Tengo los ojos chinitos,
chinitos de pena, de llanto, de risa.
Tengo el cabello quebrado,
quebrado de golpes, caídas y prisas.
Tengo la frente curiosa,
curiosa y marcada por mundos sin forma.
Tengo lunares que escapan,
que huyen de manos y de ojos curiosos.
Tengo los dientes torcidos,
torcidos de años chocando en la vida.
Tengo un mentón ermitaño,
ermitaño, testigo de todo lo no dicho.
Tengo las cejas lampiñas,
lampiñas, sin pelos que abracen el frío.
Tengo una boca agrietada,
agrietada de besos, mordidas y gritos.
Tengo una nariz pequeña,
pequeña y redonda, que imita a Pinocho.
Tengo orejas rosadas,
que arden en rojo si escuchan gemidos.
Tengo las pecas regadas,
regadas de semillas que nunca brotaron.
Tengo una piel que es muy blanca,
tan blanca que deja entrever lo que escondo.